LA LABOR DEL DIRECTOR
Aunque un
rodaje es el resultado de la interacción de cientos de personas, el valor
formal y de contenido de una cinta depende esencialmente de una sola persona:
el director. Es él quien firma la obra con su
estilo y personalidad, al coordinar y armonizar el trabajo de todos los
artistas y técnicos involucrados en la producción.
El
director no siempre ha podido ser el responsable definitivo de una película,
puesto que los intereses económicos de la industria cinematográfica con frecuencia
se le contraponen, mutilando partes de su obra o imprimiéndole parámetros en su
elaboración. Sin embargo, fuera del panorama fílmico comercial, los
realizadores siempre han sido muy respetados y se les ha conferido sin reservas
el rango de artistas.
El
aprecio por su tarea alcanzó un grado máximo en los años 50, con la aparición
de una teoría cinematográfica llamada política
del autor, la cual afirma que un verdadero director debe tener un estilo tan
personal e identificable como su letra, imprimiendo su sello aún a los
proyectos que le son ajenos.
El autor
sobrepasa al simple director al no ser solamente el personaje que
conjunta elementos formales y de contenido, sino que además imprime algo de su
personalidad a la obra. Al ser el factor personal un estándar de referencia en
su creación artística, se asume que mantendrá e incluso progresará en filmes
posteriores.
La
personalidad y el estilo de un director tienen varios elementos a
consideración:
- Los asuntos y temas que gusta de tratar y el punto de vista para mostrarlos (acordes a su filosofía e intereses).
- La estructura del guion (las similitudes entre uno y otro revelan el abordaje o tipo de tratamiento que el director prefiere para sus historias).
- La manera en que crea sus imágenes (composición, qué tipo de iluminación prefiere, cómo mueve la cámara, etc.).
- El tipo de actuaciones que demanda de sus intérpretes (que reflejan más la sensibilidad del director que los gustos y maneras del actor).
- El tono o temperamento de la edición (en cuanto al paso, cadencia y ritmo de la película).
Resulta de gran importancia revalorar la participación de un director dentro de una cinta, puesto que una de las características más preocupantes del espectador común es su ignorancia acerca de la labor y trascendencia del realizador; por lo tanto, ya no busca en una película a su creador, artista y emisor, sino simplemente un mensaje anónimo que lo distraiga y entretenga, lo que impide el flujo recíproco de ideas entre el emisor y el receptor y, por lo tanto, la verdadera comunicación a través del cine.
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